El Instructor

01/08/2019 Desactivado Por admin
El Instructor

Aquella mañana era como cualquier otra, hacía poco rato que había amanecido cuando llegué al aeródromo.

Pensaba en los años que hacía que era instructor de vuelo, muchos, nunca demasiados. Me encantaba mi trabajo, me encanta de hecho. Nunca es igual, cada dos horas un alumno diferente hace su aparición en escena y con cada uno el trato es diferente. Te sientes fuerte ante el leve miedo de los aprendices durante las primeras horas de vuelo, sabio cuando les cuentas batallitas ante un café.

Ese martes, a primera hora, un chico desgarbado y casi tembloroso se acercaba a mí, algo en él llamó mi atención.

Tras las presentaciones me dispuse a darle la primera clase. Durante una hora le expliqué qué era una avioneta y cuál era su funcionamiento básico.

Reí con ganas cuando aquel chico soltó aquel “Guau” al sentir el poder de controlar los mandos mientras levantaba aquel aparato del suelo y se disponía a volar.

Ya en tierra me decidí a preguntarle, no dejaba de admirar sus gafas de sol y no quería que pensara mal.

  • Perdona… esas gafas que llevas… ¿Qué marca son?
  • ¿Estas? – preguntó quitándose las gafas y mostrándomelas – American Optical, el modelo Original.
  • Me gustan
  • La verdad es que están muy bien y sientan bien ¿quieres probártelas?
  • Sí – dije sin pensar.

Me puse las gafas y me asomé a la ventana del edificio, que hubieran instalado cristales de espejo en las ventanas me venía de miedo en aquel momento.

Sonreí al verme, me gusté, me sentaban bien aquellas gafas, aunque quizás me quedaran algo pequeñas. Devolví las gafas al chico y se despidió de mí argumentando que tenía prisa. Ni siquiera me dio lugar a preguntarle dónde las había comprado.

Tras un largo día de trabajo, aunque divertido, llegué a casa pensando en las gafas de sol del muchacho. Decidí coger mi portátil y hacer una búsqueda en Internet, introduje la marca de las gafas y decidí entrar en el primer enlace, www.pilotvisual.com, una tienda on line donde vendían las referenciadas gafas.

Después de cotillear un poco por la tienda y decidirme, me dispuse a comprarlas, me daba cuenta de que cada vez con más frecuencia utilizaba ese medio para mis compras. Un momento después me llegaba un correo electrónico avisando de que mi pedido estaba siendo tramitado y que dispondría de él en dos días. Había elegido que enviaran el paquete a la oficina de correos más cercana a mi casa, así además podría ir a recogerlas a primera hora sin tener que esperar todo el día a que el cartero llegara. Dos días después estrenaba gafas y me sentía distinto, interesante, sexy… desde entonces son un complemento imprescindible para mí.