La cercanía del fin
07/09/201909 de Julio de 2003
Es la frialdad del ser humano. Los instintos básicos que luchan por machacar el sentido común.
Es la felicidad convertida en impaciencia, la soledad hecha aliada.
Es la carretera larga que nunca acaba, recta, infinita.
Es el corazón hecho pedazos, pegados todos con esperanza.
Es el final que se ve cada vez más cerca.
Es el grito ahogado por el deseo del cambio. Es el olvido, que va ganando terreno.
Es la llama que se extingue sin querer, sin poder evitarlo.
Es que se acaba el amor, amor mío; es que se deja de querer día a día.
Es abrir los ojos al despertar deseando encontrar una sonrisa y encontrarte la otra mitad de la cama vacía.
Es aguantar con el recuerdo de una caricia, con el calor, frío ya, de un abrazo.
Es que se acaba nuestra vida, vida mía; es que se vuelve independiente, solitaria.
Es como el agua estancada en las manos unidas, que se escurre y se va en ríos de llanto contenido.
Es la perdida del deseo de los cuerpos, del cariño de las almas… para encontrarnos con el desdén de la mente.
Es dejarte de amar porque no encuentro en ti el amor que antes sentías.
Es pensar que tal vez toda esta tragicomedia en realidad solo fue un error del destino. Y eso duele, eso desafortunadamente es lo que más duele. Pensar que es cierto que esto es solo un error. Pensar que lo que durante tanto tiempo he creído realidad es tan solo un sueño.
Es, por que no, una pesadilla que se repite cada noche y se mantiene cada día.
Es un nudo en el pecho. Es un rastro de mentiras, de palabras a medias, de miradas que se evitan. Es que se acaba el amor. Es que dejamos que se acabe.